"Papá: ¿tú eres gei?", me preguntó mi hijo mayor cuando tenía dos años. Claudia, mi mujer, y yo alternábamos estupefactos miradas a nuestro hijo y hacia nosotros. "Pero, hijo... porqué me preguntas eso, Joaco?" (Tengo un amigo que para bromear sobre el asunto dice que pregunté: ¿por qué has abierto mi ropero, hijito?)
Joaco me responde, inocente: "Porque mamá es la geina"; cosas de su frenillo...
Pero los que sí se lo preguntarán en serio son los pobres chicos que a partir de ahora podrán ser adoptados por parejas del mismo sexo que creen legitimada su relación homosexual con la unión civil. Ya hablé sobre el mal llamado matrimonio homosexual; ahora quiero dedicarme al tema de los hijos criados en ese tipo de hogares.
¿Puede crecer un niño recibiendo afecto, comprensión, aliento, formación en virtudes de un hogar formado por homosexuales? Creo que sí. Incluso, para legitimar la cuestión, los homosexuales podrían decir que estos chicos pueden recibir una formación de mayor calidad en esos hogares que en un hogar con padres heterosexuales, citando casos (aun los propios) en los que los padres o madres o ambos no son para nada ejemplares. Y no se equivocan.
Pero no basta amar. O mejor dicho, para amar verdaderamente es preciso formar de acuerdo a la verdad, que es la naturaleza de las cosas. Lo que un niño necesita es no solo es cariño, calor de hogar. Necesita encontrarse, conocerse, saber quién es. Necesita saber si es hombre o mujer.
El primer descubrimiento de su sexo ocurre en la infancia. Ese proceso de identidad sexual se apoya gravemente en las imágenes o figuras masculinas y femeninas que tenga a mano. Penosa distorsión de inicio a la que los someterían. Luego está el infranqueable obstáculo de enseñarle una cuestión elemental: Dios ha puesto la vida en manos de dos personas de distintos sexos que se aman. ¿Cómo enseñarles que los hijos nacen del amor de sus padres?
¿Qué daño le ocasionan a sus hijos los "padres homosexuales"? Lesionan profundamente su visión de la naturaleza humana y la suya propia, porque una persona no es un ser humano + el sexo que elija. Una persona es su sexo y, sin claridad en él, el desbalance es inminente.
Cierro con una respuesta a una afirmación que hiciera una periodista despistada al Dr. Jorge Carbajales, argentino: "No está demostrado que dos contrayentes homosexuales hagan daño al hijo adpotivo que crían". El doctor dijo: "Si tu hijo está enfermo, ¿le darías una vacuna que no sabes si le hará daño o le hará bien?
Vamos a decir las cosas por su nombre: Tener hijos no es un derecho. Pero de esto hablaremos después.