viernes, 8 de mayo de 2009

Oh, my God (2)

Luego de algunos días y asentado un poco todo el polvo que levantó la noticia del Padre Alberto y su infidelidad (a la Iglesia, se entiende), creo que vale la pena precisar un poquito más para dejar todo más diáfano y, de paso, no comerse todo lo que nos sirven.

El compromiso del P. Alberto con la Iglesia, el sacerdocio ministerial es un sacramento que tiene cierta analogía con el sacramento del matrimonio. Así de simple. Cualquier infidelidad al primero tiene similares connotaciones que el segundo (con la diferencia de que el primero es más grave).

Somos humanos y podemos fallar. Pero corresponde RECTIFICAR y recomenzar. Parece que el p. Alberto no quiere rectificar. Podrá luego ser fiel a compromisos menores?

El compromiso que adquirió se basa en la decisión LIBRE y toda decisión libre se debe apoyar en una voluntad firme. El padre no quiere asumir sus responsabilidades.

El AMOR es el ejercicio del compromiso de querer el bien del otro. No hay un amor sentimental que se opone al verdadero AMOR. Quiero decir: no puede vendernos la idea de que le falló a Dios, a su compromiso, pero que esa infidelidad se justifica por el "amor" que "siente" por una mujer.

Cuánto daño pueden hacer nuestras debilidades o infidelidades. Vamos a escarmentar en cabeza ajena.

Y ahora sí, no diré más.