miércoles, 6 de mayo de 2009

Babe, I love you


En unos días me tocará estar en Lima y podré ver más de cerca la gripe porcina. Ya lo he dicho antes, a provincia todo llega tarde o no llega nunca. En este caso me alegro de que así sea porque a nadie le cae bien eso de andar con mascarilla por la calle o tener que saludar sin estrechar la mano ni dar besito. A mí, por lo menos, me suena a ciencia ficción, a Europa.
Me imagino a la porcina en algunos lugares de Estados Unidos donde ya dar la mano o un abracito es un atentado contra la intimidad. Estarán las calles repletas de gente que no solo se ignora y no se topa sino que ahora tiene una razón sanitaria para hacerlo.
La porcina me hace pensar en otras epidemias: el cólera, la gripe aviar, el sida.
Si seguimos en este ritmo terminaremos aislados y vegetarianos; la cosa más cercana a estos temas que vi en el cine fue Blindness, una película que muestra una epidemia y la miseria espiritual en la que puede caer el hombre.

Por eso, ahora que está de moda la gripe del cerdito, me pogo a pensar en otras miserias espirituales que se contagian más rápidamente, que no matan el cuerpo y a las que la gente no les presta tanta atención como a estas últimas epidemias: la miseria del aborto que Zapatero quiere propagar entre las niñas españolas; los jueguitos con embriones (seres humanos) que quiere difundir Obama. Verdaderas porcinadas.

Le pediré a mi suegra, en Lima, que me prepare esos frijoles con chanchito que tan bien le salen (aprovechando que la carne de cerdo está barata) y le compraré a mis hijos la película Babe, el cerdito valiente, para reivindicar a este animalito que no tiene la culpa de ser, por ahora, más tristemente famoso que otros que pasan desapercibidos.