Da ganas de decir, ¿qué tiene él que no tenga yo? Pero no lo digo porque luego no tendría tiempo de leer los comentarios. Pero, en serio, ¿qué tanta bulla por Omar Borkan?
Admito que es noticia que un hombre sea expulsado de un país por ser "demasiado guapo". Sin embargo, hay un matiz en la verdad: este ciudadano de Emiratos Árabes Unidos (no me sé el gentilicio) fue expulsado de Arabia Saudita cuando asistía a un festival cultural en su calidad de periodista. La policía lo detuvo, junto a dos hombres más y decidió devolverlo porque su presencia era un riesgo pues las mujeres de ese país no pueden relacionarse con hombres que no sean de su familia. Y, según dicen, ese hombre era una tentación para que las mujeres rompieran la férrea tradición árabe.
Fuera de esta anécdota cultural que es digna del ferretero de Cuento Chino (¿has visto la película argentina? es buenaza), vale la pena reflexionar sobre la necesidad que existe en algunos países del mundo de que la mujer sea reivindicada en su dignidad personal y que deje de andar más arropada que bebito en invierno o que se le prohiba hablar con los hombres o asistir a ciertas ceremonias. Ese es, sin duda, un extremo vicioso. En el otro extremo está el libertinaje femenino, ese que se vive en la mayoría de lugares, fruto del desorden feminista.
En nuestras latitudes, donde al hombre calvo le dicen calendario (porque tiene la calata arriba), donde la mujer se asume como un simple cuerpo (basta mirar al facebook para ver cómo son las fotos de portada que eligen), donde la cerveza se publicita con los desnudos y el diario más leído es el que tiene a la malcriada del día; en estas latitudes, resulta novedosa una noticia así.
Admito, el barbón es modelo, pues, tiene su simpatía y su carisma (Joel dixit). Lo llamativo es que la misma mujer ha dejado de lado su característica nobleza y sensibilidad afectiva, esa que ve en los sentimientos del hombre y se lanza con comentarios como "Que el Perú le dé asilo a ese papito", "uno así me recomendó el doctor" o "habiendo esos churros, yo ando con feos"...
Bueno pues, burritos. Para todos y todas hay. Si no, los de Esto es Guerra serían chicos y chicas normalitas, mestizos y mestizas, algún gordito por ahí, pero no. El cuero y la mamacita son lo que vende y por eso ese programa está diseñado así: con participantes pepones, con poca sinapsis, pero con mucho escándalo, que es lo que da rating.
No digo más. Porque si digo "La belleza está por dentro" me van a decir: "Entonces, pélate" Y eso no se le dice a un burro que se respeta.