Envuelto en el torbellino que desata mi esposa cuando escucha el nombre Gianmarco, he devenido en...cómo llamarme...admirador (porque no doy para fan. El fanatismo es ridículo.) del cantautor peruano.
Hace dos meses, en plena paranoia porcina, nos enteramos que Gianmarco venía a Chiclayo, que se presentaría primero en Trujillo y luego recalaría en el vejestorio rencauchado del Teatro 2 de mayo. Entonces todo comenzó. Primero fue comprar las entradas el primer día de venta, luego emprender una infructuosa campaña personal para establecer contacto, a ver si se le podía arrancar una fotito o unos momentos de conversación. Como ya lo he dicho, nada de eso fue posible así que solo nos quedó hacer la cola y sentarnos a ver el concierto.
No lo puedo negar, el hombre es un capo. Su show (el sexto show al que asisto) fue el mejor, aunque el menos estructurado de los que le he visto en teatro. Mi esposa cantó como canario en jaula, yo también; y a las 12, una vez terminado el concierto, estábamos listos para el sobre, no sin antes verlo salir y pedirle un autógrafo que al final sí nos lo dio para luego marchar raudo al aeropuerto.
Esta pequeña crónica íntima me sirve para destacar dos cosas:
1. Creo realmente que no hay en el Perú alguien con mayor calidad de show y de canciones que este señor. Gianmarco es además un gran improvisador y actor lleno de carisma, transmisor de buena onda y generoso con su público. Se le ve buen papá y esposo, al menos eso se ve. Para cerrar este punto he de decir que el pelado es un músico peruano digno de representar a su patria.
2. La gente lo sigue, su fanaticada es muy grande aquí y fuera del país. Su facebook está lleno a tope. En su facebook se lee con frecuencia en lo que anda y - para mi sorpresa - lo que piensa.
Gianmarco está hace un año en el movimiento Oneness, que proviene de Oneness University que lidera Sri Bhagavan. Me tomó unos días en averiguar algo sobre el tema y en un rato les contaré de qué va.