Aquí estamos para reivindicar al burro, amigo seguidor; y en esa labor tenemos que poner a buen recaudo nuestra reputación de buenos televidentes. Porque está bien que a los peruanos nos guste un poquito de comedia con golpe , chisme farandulero, chiste de doble sentido y novela mexicana, pero no me vengan a insultar con esos programas vespertinos de ATV y América. Digo sus nombres, aunque son como Lord Voldemort, innombrables: Esto es Guerra y Combate.
Punto y aparte para pasar saliva y vamos a la carga. Les acepto hacer dos equipos, ponerles color, contratar a modelitos simpáticos (mano de obra barata, la verdad) y concursos para probar la fuerza y la velocidad, velocidad física, claro está. Pero todo se va distorsionando poco a poco, lentamente. Habría que empezar haciendo una ligera distinción: Aunque ambos nombres aluden a la violencia, el planteamiento inicial de Esto es Guerra es peor. Hombres contra mujeres, cada grupo con su animador parcializado y donde todos gritan, todos se acusan, todos reclaman... un verdadero zafarrancho. Combate, al menos, tenía dos animadores ocurrentes y equipos mixtos con reglas claras y una especie de juez supremo que los cuadra: el jefe.
Pero como ya dije antes, amigo burrito que celebras el punto del equipo verde o del rojo, la cosa se pone insoportable cuando se enamoran, se pelean, Zumba renuncia, llora, abraza a un pequeño fan que le ruega que no se vaya, que el tabique se opera rápido. Los "creativos" descubren que hay que hacerlos enamorarse y pelearse. Entonces todo se malogra por completo porque se convierte en una novela - batalla - reality - concurso - documental. Y por si falla esa estrategia, que ya se ve que no, los productores hacen que los modelitos coman hasta lo más inimaginable. Un ex payasito de María Pía y Timoteo, convertido en el Chef Porcatta, les hace probar sesos, criadillas y tripas. Y tú y yo viendo como les dan arcadas. Y como si eso fuera chancay, ahí está el concursito maleado de Esto es Guerra: beso en la boca, lamida de torso, mordida mañosa.
Los programas parecen nuevos pero el mecanismo es el mismo: apelar a un público que quiere ver cuerpos, competencia y gritos. Se trata además de que seas testigo impúdico de escándalos fabricados. Y ahí está Mario Hart, Irribarren, Sheyla, en fin... todos esos modelitos que ya se encargó de criticar Olenka Zimmerman que no sé cómo se atreve.
Ya viste, burrito, que estoy bien al tanto de esos programitas. Dirás para burlarte que yo mismo soy un fan de ambos. Pero no es verdad, no seas gracioso.