Ahora que acabó la votación en el concurso de blogs, he caído en la cuenta de dos cosillas: Por un lado, que no hay nada más estresante que un proceso electoral. Pero hay un bichito que todas las personas tenemos por competir y por ganar lo que nos impulsó a hacerlo; sin embargo, llega tarde o temprano la sensación de querer que todo acabe. Me imagino cómo han de estar los candidatos a la alcaldía o a la presidencia en cualquier lugar donde haya elecciones democráticas.
Por otro lado me he dado cuenta de que la única que no votó por mí, entre mis familiares, amigos y conocidos fue mi madre. Mamá ni sabe que tengo blog. Yo no se lo he comentado todavía y no tengo razones porqué ocultárselo pues no tiene nada de malo.
A lo mejor sí me diría: "pero hijito, cómo le has puesto así, ahora te van a decir burro!" Porque mi mamá es como todas, siempre tiene algún consejo en la punta de la lengua. "Cuida tu estómago", "cómo está tu próstata?", has de estar cuidando las grasas..., no vayas a hacer desarreglos...
A veces me descubro aconsejándole a mis hijos como ella lo hacía y con esto creo que no me distingo de nadie porque mamá es mamá hasta que la muerte nos separe o la nuera diga "ya, ya, tanta vaina!" (no es mi caso, aclaro).
Por eso, cuando vi este videíto que posteó Marielita, me animé a colgarlo para que sonrían un poco y le den un abrazo a su mami aunque no sea mayo. Yo llamaré a mamá y le contaré de mi blog aunque corra el riesgo de que me diga: "pero ponle caballo o gato, pero burro... ni hablar hijito!"