sábado, 12 de noviembre de 2011

Clásico es amarte? Parte final


El domingo pasado fui al estadio a ver al Aurich y me pidieron dejar la correa en la puerta. Así, con el pantalón cayéndoseme fui a la tribuna a ver un partido entretenido pero sin barra. La gobernación dispuso el empadronamiento de los barristas y ellos no cumplieron así que no entraron. Silencio total.
En Lima, el monumental no se usa, la U juega en el Callao y en el Nacional, Alianza sigue llenando "la caldera" pero sin pintura en la cara y la familia de Walter sigue esperando justicia. La vida continúa, como dirían Los Beatles.

El gobierno hizo su bulla y trató cortar la violencia con cuatro medidas paliativas para tener prensa, como quien quiere curar una infección con una panadol.

La pregunta sigue flotando en el aire: ¿Cómo traer paz a los espectáculos futbolísticos? ¿Cómo es que los líderes de las barras más populares son gente de dinero y aparente buena formación intelectual y terminan delinquiendo?

La solución a la violencia general es la educación eficaz de los padres y de la escuela. ¿Cómo puede ser que la madre del "loco David" diga: "Recién me entero que mi hijo andaba en esos pasos. Yo sabía que era simpatizante de la U, pero nada más"?

Ahí tá pues, cuando no dedicamos tiempo y esfuerzo a la formación de los niños y adolescentes, cuando no estamos pendientes de dar un entorno positivo a los hijos, pasan estas cosas y otras peores. Que no se diga que el problema es el fútbol, los equipos, la pelota o los árbitros. El problema y la solución está en los papás y los maestros.Pitazo final.