domingo, 17 de mayo de 2009

La familia Kramer


Viendo a Dustin en Kramer contra Kramer se puede entender lo que es ser un gran actor. Su personaje, Ted Kramer, es un entrañable papá puesto por las circunstancias a ejercer su tarea de padre de manera radical.
Meryl, que interpreta a Joanna, su mujer, logra impregnar a su personaje todos los sentimientos del conflicto de una separación con hijo de por medio.

En Kramer vs. Kramer se logra sentir la triste realidad de la separación conyugal. Cómo se ve reflejadas en el niño las consecuencias de aquella ausencia, de los conflictos, de la amargura y la desorientación. No hay cosa más triste que un hogar roto.

Ya me podría decir alguno que un mal acuerdo es mejor que un conflicto y así justificar la separación y el divorcio cuando ha habido situaciones de agresión o de crisis que también afectan a los hijos. Argumento endeble, pienso yo.
Con ese mismo argumento se puede justificar hasta un crimen. Una vez desatada una situación de violencia, el mal de la separación aparece como bien (como el mal menor). Pero la causa está mucho antes.

La tarea matrimonial es dedicarse al otro de tal modo que cualquier dificultad que aparezca - y que no ha de faltar - sea superada sobre la base de la humildad y el sacrificio generoso. La soberbia y el egoísmo son los grandes enemigos del matrimonio y, en general, de toda relación interpersonal.

Que Ted y Joanna nos den el ejemplo de cómo un conflicto o una separación no valen la pena. En cambio, la lucha constante por la unión familiar es lo que nos acerca a la felicidad.