sábado, 9 de octubre de 2010

Bien por Mario (Parte II)


Facilito. Como para burro: ¿Hay alguna actividad humana intencional, cualquiera que sea, que no se pueda calificar como buena o mala? ¿ah?, dime. ¿Masticar chicle?, ¿montar bicicleta?, ¿jugar voley? No, amigo, amiga que me lees. NO HAY ACTIVIDAD HUMANA, HECHA INTENCIONALMENTE QUE NO SEA NI BUENA NI MALA. En última instancia, siempre aparece el signo, aunque sea un signo chiquito de su bondad o maldad, según haga a su autor una mejor o peor persona. Robar, por ejemplo, es malazo y hacer deporte, algo muy bueno, bajo circunstancias favorables, claro.

Ahora sí, pues. Crear una obra literaria, producto sublime del ser humano, que dona eternamente un pedacito de nuestro ser aunque sea una obra de plena ficción, a todos los seres del planeta que nos lean, hoy, mañana y hasta que el mundo reviente, es claramente muy buena o muy mala. Y mientras más influyente la obra en los lectores, más responsabilidad de su autor. Cuánto se le debe a Edmundo de Amicis y a Antoine de S. Exupery! Cuántos maestros estamos agradecidos porque de sus obras hemos sacado enseñanza valiosísimas sobre la verdadera amistad. Y cuánto lamentamos el Manifiesto Comunista y El Capital y su influencia en tanta gente despistada, cuántas muertes, en última instancia, a causa suya!

Ahora, sí, primito. El pero que yo le tengo a Vargas Llosa y a todos los escritores de gran calidad que hay y ha habido es que pudiendo haber escrito responsablemente sobre tal o cual tema, han preferido exorcizar sus demonios personales, para escribir lo que les salía del forro (con perdón) y han dedicado miles de páginas a retratar inmoralidades que no hacía falta detallar para pasar a la posteridad. Ahí están, por ejemplo los "arrumacos" del cadete con su mascota, una perra, la Malpapeada de La Ciudad y los Perros; el joven que embaraza a su propia hermana, en La Tía Julia...; las descripciones morbosas de una violación sexual en La Fiesta del Chivo, Los Cuadernos de don Rigoberto, La Casa Verde y no paro de contar.

Cada loco con su tema, me dirás, amigo relativista. Ya me gustaría que me comentes, con argumentos, lo que opinas. Yo, que tengo hijos y alumnos, debo ser responsable y no puedo aplaudir a rabiar el premio Nóbel de Mario ni de cualquier otro que no pase la valla que he colocado. Seguro que Mario es un escritor diestro y ha escrito algunas obras geniales y valiosas, pero yaya tiene y harta yaya!

Bien por Mario (Parte I)


Ya desde 1980 (hace 30 añazos!) Mario Vargas Llosa estaba voceado para el Nóbel de Literatura. Tantos años esquivo, el premio fue de mano en mano cerca y lejos de él. Lo ganó García Márquez, Cela, Octavio Paz y Saramago... Vargas Llosa, como se dice, lo miraba por tv. Hasta que se le dio el 2010, en el otoño de la vida, 48 años después de haber publicado la novela que precisamente aparece como su obra destacada. Cuarenta y ocho años!
Entre la publicación de la obra y su reconocimiento por la academia ha pasado mucho: Mario incursionó fallidamente en la política, con un proyecto que el pueblo peruano no supo valorar (el pueblo peruano normalmente no sabe valorar lo bueno en política porque hay muy poco bueno alrededor y, cuando lo tiene al frente, le parece raro así que le da la espalda).

Mario se fue del país y se hizo español. Escribió y escribió y opinó. Tiene casi 50 obras literarias y eso es un montón. Los literatos consagrados y en ciernes reconocen su calidad y su trayectoria, de tal modo que la adjudicación del galardón era algo que se caía de maduro y antes de que pase lo que pasó con Borges, se lo dieron y, creo que es justo decir que se lo merecía.

El Perú lo ha celebrado como un triunfo nacional y Vargas Llosa no se lo ha mezquinado porque está feliz y no podía ser de otro modo. Premio a un maestro de la descripción y la narración, premio a la vida dedicada a la literatura de modo apasionado y permanente.

Renato Cisneros, lo cito sin querer erigirlo en gran figura porque no lo es, ha dicho que el premio no debe dimensionarse como un triunfo nacional porque el literato no escribe a nombre de la nación sino a título personalísimo y que su nacionalidad es un dato irrelevante. No lo creo, la persona está anclada en un contexto familiar, social y esa pertenencia no es irrelevante. Orteguita (no el pelotero sino el español) dijo que el hombre es él y su circunstancia, así que hay que entender que, aunque la literatura es personal, el logro obtenido deja bien a su apellido, a Arequipa, al Perú, a los peruanos y a España.

Bien por Mario, felicitaciones. Sin embargo yo tengo un PERO odioso, que nunca falta que comentaré luego para poner las cosas en su sitio. Ya vereis.